Venezuela. Cuando el legislador de oposición Julio Borges se acercó al consejo electoral de Venezuela para conminar a las autoridades a continuar con los planes de una votación sobre la presidencia de Nicolás Maduro, partidarios del gobierno lo golpearon con un tubo y lo dejaron con el rostro cubierto de sangre.
Ahora, ya recuperado, cree que el incidente demuestra cómo el gobierno socialista y sus seguidores temen que el ímpetu del llamado referendo revocatorio le ponga fin a tres turbulentos años de mandato del Sr. Maduro.
“El referendo nos ha hecho fortalecido. La gente sabe que ahora es el momento”, dice el Sr. Borges, una persona de alto rango en el partido del líder de la oposición Henrique Capriles. “Es nuestra tarea canalizar esa energía y convertirla en punto de inflexión para Venezuela”.
Ahora que el Consejo Nacional Electoral de Venezuela está próximo a anunciar si la oposición ha reunido con éxito las aproximadamente 400,000 firmas necesarias para proceder a la siguiente etapa del referéndum revocatorio, ese momento podría llegar pronto.
Los líderes de la oposición han dejado de lado sus diferencias con el fin de montar una vigorosa campaña para convencer a los votantes de que la destitución del Sr. Maduro, quien fue elegido en 2013 para un mandato de seis años, es la única manera de evitar que el país caiga en un caos aún mayor.
Venezuela, que tiene reservas de petróleo mayores que las de Arabia Saudita, se encuentra en medio de la peor crisis de su historia, azotada por una inflación galopante, una escasez agobiante y una economía que se prevé se contraiga un 10 por ciento este año.
Cientos de miles de personas se han inscrito para validar la petición de destituir al Sr. Maduro y celebrar elecciones; el esperado anuncio del consejo electoral se relaciona con la validez de esas firmas.
Si son válidas, puede comenzar la siguiente etapa del proceso. La oposición necesita recoger al menos 4 millones de nombres para activar un mecanismo equivalente a un popular voto de censura. Sin embargo, las poderosas fuerzas en Venezuela están decididas a detenerlos.
En un mensaje publicado en las redes sociales este fin de semana, Diosdado Cabello, vicepresidente del gobernante PSUV del Sr. Maduro, dijo rotundamente: “Para este año no hay tiempo ni manera de hacer ese referendo, ni una sola posibilidad”.
El Sr. Capriles, ex candidato presidencial quien ha encabezado el proceso del referendo, respondió que la votación debe realizarse este año, ya sea en octubre o diciembre.
“Es un derecho constitucional. No hay ningún mecanismo legal o técnico que impida hacerla este año”, dice, añadiendo que el consejo electoral, cuyos funcionarios son designados por el gobierno, está “usando cualquier truco a su alcance” para obstaculizar el proceso.
El Sr. Capriles ha llamado a los venezolanos a salir a las calles el miércoles para salvaguardar la votación si el organismo electoral no anuncia una fecha para el referendo. “Con un referendo revocatorio podremos evitar una explosión. Porque cuando la gente tiene hambre, cuando lleva días sin comer, no se le puede decir que espere”, dice.
Freddy Guevara, aliado del encarcelado opositor Leopoldo López, añade: “No hay forma de resolver esta crisis con Maduro en el poder”.
Pero el temor es que la disputa por el proceso de referendo exacerbe las tensiones en un país donde el saqueo y los disturbios por los alimentos se han convertido en algo común, y donde el ejército se ha vuelto más poderoso.
El presidente de EEUU, Barack Obama, ha instado al gobierno venezolano a respetar el proceso democrático, incluidos los “legítimos esfuerzos de realizar un referendo revocatorio”. El gobierno del Sr. Maduro generalmente descarta las intervenciones de Washington como una injerencia imperialista.
Tal vez una señal más evidente sea que Raúl Castro, el presidente cubano y un firme aliado del socialismo venezolano, ha reconocido públicamente cómo la crisis económica está perjudicando la economía de la isla comunista.
Aunque la más reciente encuesta de Venebarómetro sugiere que el 88 por ciento de los venezolanos está a favor de la destitución del Sr. Maduro, algo fundamental sería elegir el momento oportuno.
Si la votación se realiza antes de enero, el Sr. Maduro será destituido de su cargo y se convocará a elecciones. Si sucede después de esa fecha, entonces su vicepresidente, Aristóbulo Isturiz, tomará su lugar y el partido gobernante permanecerá en el poder.
En cuanto a retrasar completamente la votación, algunos creen que no es una opción, pues el mecanismo era parte de la constitución promovida por el fallecido Hugo Chávez — antecesor del Sr. Maduro — quien todavía es venerado en Venezuela. El propio Chávez sobrevivió a un referendo en el año 2004.
En un esfuerzo por aliviar las tensiones, se espera que la Iglesia Católica se una a los ex presidentes iberoamericanos en la búsqueda de un diálogo entre las partes opuestas.
Pero el Sr. Capriles y otras figuras de la oposición creen que el llamado del Sr. Maduro a un diálogo es sólo una estratagema cínica para ganar tiempo para retrasar la votación y permanecer en el cargo.
El Sr. Borges compara a la Venezuela de hoy con Chile en 1988. En aquel momento, el dictador Augusto Pinochet convocó a un plebiscito — lo cual estaba en la constitución que él mismo había firmado en 1980 — para preguntarles a los chilenos si querían que permaneciera en el poder. Perdió.
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