SANTO DOMINGO. Ninguno de los altos próceres de América que, en su lucha por la libertad se agigantaron, ha sido tan detractado y tan injustamente negado como Juan Pablo Duarte, en vida y en muerte”, escribió el historiador Vetilio Alfau Durán, considerado por su homólogo Juan Daniel Balcácer como uno de los profundos conocedores del proceso histórico del pueblo dominicano.
Aunque mayoritariamente el legado de Duarte es resaltado, en la actualidad, como ocurrió en el pasado, suelen alzarse voces que cuestionan su trayectoria y sus aportes en el forjamiento de la patria dominicana.
En la obra “Vicisitudes de Juan Pablo Duarte”, Balcácer escribió: “Duarte es un singular ejemplo de devoción y entrega de la libertad de nuestro pueblo: por los riesgos y peligros que afrontó en el decurso de esa lucha redentora; por los innumerables obstáculos que superó a lo largo del proceso independentista; por el alto precio político y militar que pagó al no brindarse para que su liderazgo se convirtiera en fuente de discordia entre sus compatriotas, y, sobre todo, por el injusto olvido al que fueron relegadas su vida y su obra pública, por virtud del caudillismo y el desmedido culto a la personalidad imperantes en la sociedad dominicana desde los tiempos de la Primera República Dominicana”.
El autor, presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patria, recordó que el destierro fue el precio más alto que Duarte y su familia pagaron por su vertical posición nacionalista.
“Sin embargo, no fueron los haitianos quienes expatriaron al Padre de la Patria, sino un grupo de sus propios por quienes también luchó para que vivieran al amparo de régimen republicano y auténticamente democrático”, precisó.
Desde la perspectiva del historiador, “esa amargura debió tener un severo impacto en la psiquis del Patricio y, probablemente, originó una profunda depresión que le indujo a mantenerse aislado del país durante cuatro lustros”.
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